"Al verdadero paraíso, que no está en el cielo, sino en tu boca, va esta canción mojada en el deseo, que es el divino fósil de la libertad, pues contiene un principio hostil a la sociedad que siempre va más allá del amor y del vicio, y que Dios nos perdonará porque es su oficio.
Ni las noches han podido contigo y con mi canto. Y en la carretera pone: tú, tú no vayas nunca. Las palabras que te he escrito no han sido para tanto. Y ni los días se aproximan a tus rodillas iguales. Contigo los alamares nunca tendrán final. Y en vez de número, las calles se llamarán a gritos. Ni las noches han podido…"
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