Artículo de Juan Carlos Vela
"Pues aunque parezca incierto, es triste, que todo aquél que no le haya cogido el gusto o gusanillo a todo este mundo que sin ser profesionales llamamos “el hooby de la fotografía, puedan llegarnos a calificarnos de no vivir la vida en su momento, de perdernos lo mejor de las cosas, de querer almacenar en nuestros discos duros miles y miles de instantáneas que nunca más volveremos a ver, y mientras a nuestro lado, pasa la vida, los acontecimientos y sin darnos cuenta nos los vamos perdiendo…
Perdiendo ¿el qué?.
Que pena, que haya personas tan listas e inteligentes y simplemente les quede eso, al ver en cada uno de sus viajes o en su parroquia acercarse a personas cargadas con sus cámaras, objetivos y trípodes, así, como sin más, pues para algunas personas, parece que es una moda el ser aficionado a la fotografía, (que para ciertas personas, es posible que lo sea, pero no así para todas).
Y la verdad es que antes de opinar, se podía buscar el verdadero sentimiento del fotógrafo, ese del que día a día carga con su cámara , para conseguir el mejor recuerdo, la primera sonrisa, el primer paso, el primer amor, la última caricia, la luz del atardecer, que será irrepetible, una noche estrellada, el andar de un palio ,la luz de un cirio la sombra de un Cristo…
Pues detrás de cada instantánea existe una armonía entre fotógrafo e instante que hace plasmar el recuerdo, no solo en el objetivo, sino en la retina del disco duro de nuestro corazón, pues más allá de la afición, existe ese regusto por el recuerdo, por compartir de par en par lo vivido, lo soñado, lo esperado y en ocasiones lo que está por llegar, pues más allá de la competencia está la sensibilidad de querer plasmar esa vida efímera que dura un instante y ya solo pertenece al recuerdo, que sería de una flor o una puesta de sol, un nacimiento o todo aquello que pasados unos instantes forma parte del pasado.
Pero de un pasado, que nos hace recordar, que nos emociona, que nos devuelve a la vida, cuando la muerte ya nos la ha arrebatado.
Perdiendo ¿el qué?.
Que pena, que haya personas tan listas e inteligentes y simplemente les quede eso, al ver en cada uno de sus viajes o en su parroquia acercarse a personas cargadas con sus cámaras, objetivos y trípodes, así, como sin más, pues para algunas personas, parece que es una moda el ser aficionado a la fotografía, (que para ciertas personas, es posible que lo sea, pero no así para todas).
Y la verdad es que antes de opinar, se podía buscar el verdadero sentimiento del fotógrafo, ese del que día a día carga con su cámara , para conseguir el mejor recuerdo, la primera sonrisa, el primer paso, el primer amor, la última caricia, la luz del atardecer, que será irrepetible, una noche estrellada, el andar de un palio ,la luz de un cirio la sombra de un Cristo…
Pues detrás de cada instantánea existe una armonía entre fotógrafo e instante que hace plasmar el recuerdo, no solo en el objetivo, sino en la retina del disco duro de nuestro corazón, pues más allá de la afición, existe ese regusto por el recuerdo, por compartir de par en par lo vivido, lo soñado, lo esperado y en ocasiones lo que está por llegar, pues más allá de la competencia está la sensibilidad de querer plasmar esa vida efímera que dura un instante y ya solo pertenece al recuerdo, que sería de una flor o una puesta de sol, un nacimiento o todo aquello que pasados unos instantes forma parte del pasado.
Pero de un pasado, que nos hace recordar, que nos emociona, que nos devuelve a la vida, cuando la muerte ya nos la ha arrebatado.
La fotografía es magia, pues el fotógrafo tiene la suerte de vivir dos veces el momento, de sentir más cerca que nadie el instante de lo captado, de expresar lo que siente en la toma realizada, de hablar en silencio, tan solo con ese dicho de que una imagen vale más que mil palabras, pues en cada una de ellas no solo queda el recuerdo, sino parte de nuestra vida, de lo que somos, de lo que fuimos, de aquello que aunque nos arrepintiéramos forma parte de nuestro ayer y en ocasiones de lo que está por llegar.
¿Vanidad de vanidades, es guardar recuerdos? No así , se puede acusar de no vivir la realidad a todo aquél que emprende su viaje con la fotografía, pues es cierto que hay personas que no les gustan los recuerdos, que no soportan ver que fueron felices y ahora viven en el hastío de sus vidas, como si se arrepintieran de que algún día fueron mejores y les cueste ver plasmado en el recuerdo, y lo más triste es que no soporten ver la felicidad de los demás y todo sea negativo, por así decirlo hasta los recuerdos, que no sepan ver la belleza de un retrato (cuantos niños, no hubieran conocido a sus antepasados, sin estos), pues más allá del recuerdo, está la ilusión por vernos niños y compararnos a nuestros hijos con aquella foto de la konica de nuestros padres, que utilizaran en su viaje de bodas…
Testigo mudo es la fotografía, recuerdos de otro tiempo que no volverá y aún gastado ya el color forma parte de nuestra historia que quedara plasmada en el recuerdo de nuestra retina, para que el día de mañana podamos añorar que cualquier tiempo pasado quizá fuera mejor… pero ante todo, la parte humana de la foto es de aquél que no sale nunca, que permanece casi siempre en el anonimato, que vive, revive y se desvive por sacar lo mejor de cada momento y sabe ser testigo del acontecimiento para pasarlo a generaciones venideras, pues si no existieran los fotógrafos no existirían tantos recuerdos que tantas veces nos han hecho emocionarnos, alegrarnos y apenarnos, por que el fotógrafo más que un arte es una expresión, es un sentir, es un vivir y placer el poderlo compartir, pues la fotografía no muere como muchos creen en el cajón del olvido sino que renace un sentimiento distinto cada vez que es observada y aún cuando se recuerda a la persona que proyecto ese momento, pues sin duda la mayoría de las veces vivió lo mismo que nosotros y sintió más que nadie ese momento.
Sin dudarlo la única vanidad es calificar a un fotógrafo de perderse la vida, pues es cierto que aunque pelee por un metro cuadrado para sostener su trípode, esta viviendo mucho más de todo lo que creen aquellos que cuando ven una fotografía simplemente ven un solo trozo de papel.
Pues por todo eso, porque merece la pena cargar con la cámara de los recuerdos, por el placer de enfocar, de compartir y de transmitir emociones vividas, mi más sincera admiración por este arte que sin duda nos hace soñar lo vivido para poder volverlo a vivir.
El corazón está cargado de recuerdos, pero es mortal, la fotografía pasará de generación en generación para que nos recuerden cuando ya no estemos.
De momento, la vida pasa y la seguiremos viviendo a través de nuestros objetivos. Para poder mostrar al mundo como fuimos, para ser testigos de una época, de un tiempo, de un momento, por que la fotografía se debe de apreciar desde el ajuste de luz hasta el último revelado y con ella formar parte de nuestra historia, pero de esa historia compartida con aquéllos que vivimos detrás del objetivo para enseñar lo mejor de vosotros mismos, lo mejor de cada momento y lo que nosotros vivimos en cada instante que dura cada una de las instantáneas realizadas. El mejor recuerdo de cualquier persona, viaje o lugar sin dudarlo: “la fotografía” pues no todo es vanidad."
Artículo de Juan Carlos Vela para La Plazuela del Carmen
Fotografías: Ernesto Naranjo
Sin dudarlo la única vanidad es calificar a un fotógrafo de perderse la vida, pues es cierto que aunque pelee por un metro cuadrado para sostener su trípode, esta viviendo mucho más de todo lo que creen aquellos que cuando ven una fotografía simplemente ven un solo trozo de papel.
Pues por todo eso, porque merece la pena cargar con la cámara de los recuerdos, por el placer de enfocar, de compartir y de transmitir emociones vividas, mi más sincera admiración por este arte que sin duda nos hace soñar lo vivido para poder volverlo a vivir.
El corazón está cargado de recuerdos, pero es mortal, la fotografía pasará de generación en generación para que nos recuerden cuando ya no estemos.
De momento, la vida pasa y la seguiremos viviendo a través de nuestros objetivos. Para poder mostrar al mundo como fuimos, para ser testigos de una época, de un tiempo, de un momento, por que la fotografía se debe de apreciar desde el ajuste de luz hasta el último revelado y con ella formar parte de nuestra historia, pero de esa historia compartida con aquéllos que vivimos detrás del objetivo para enseñar lo mejor de vosotros mismos, lo mejor de cada momento y lo que nosotros vivimos en cada instante que dura cada una de las instantáneas realizadas. El mejor recuerdo de cualquier persona, viaje o lugar sin dudarlo: “la fotografía” pues no todo es vanidad."
Artículo de Juan Carlos Vela para La Plazuela del Carmen
Fotografías: Ernesto Naranjo
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