martes, 14 de agosto de 2012

CREPITAR

Fue por San Marcos. Tocaba el mes de "La Serenissima" a su fin. Febrerillo loco, de más días allí que aquí, y la cabeza en medio, que no en su sitio. La locura por bandera, y los pendones nosotros. Pendientes de vivir el tiempo, al ritmo del tiempo, con el tic tac de las manijas de un reloj de cerillero que acompaña a un canotier. Las pausas las marcaba el guión del lup-dup de nuestros corazones, palpitando al unísono. Y la Plaza de Santa Isabel, tan sólo giraba sus ojos cada tarde cuando pasábamos ante ella. Se respiraba Febrero, se respiraba cuaresma, se respiraba, lo que se tenía que respirar.

Crepitaban las chascas a ritmo de 3x4. Ahora crepitar es otra cosa, y lo que crepita es otra cosa. Y el crepitar ha dado paso al decrépito. Y entre tanto sonido, humo, olor... así pasó. No importante dónde ni cuándo, pero si el cómo. Sin copias ni imitaciones, nunca salió, ni saldrá tan redondo. Ahora es todo cuadrado, no me rueda, coge baches, pero llega. Siempre que se quiera, se puede, todo sobre ruedas, sean cuadradas, rectangulares ó triángulares.

Al mal tiempo buena cara, nadie por delante, todo al lado. Nunca dejó (ni dejará) de ser así. Dos latinajos: tempus fugit, carpe diem.

Reloj, no marques las horas... porque me duele su sonido.

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