Yo no le temo al castigo, y en medio la calle nueva
me paro y charlo contigo pa que la gente me vea.
Y si me ven delirando, yo no le temo al castigo.
Y en medio la calle nueva, contigo sigo charlando.
Tú me gustas porque tienes alas como yo, vencidas y arrugadas
como los tambores del castigo eterno de todos nosotros.
Y te quiero por tu forma de pisar la calle, compañera mía,
que hasta las aceras se van a creer que siempre estas bailando.
Y te quiero porque se que tanto que te quiero,
sólo se puede querer cuando se quiere tanto.
Y no te he confundio con un cielo perdío,
con una noche larga, divina y amarga de las borracheras.
Y no me he equivocao, de haberme equivocao
esta amargura mía, golfa, arrepentía, mala y carcelera.
Y no te he confundío con ninguna mujer,
porque a las mujeres mías no las he querío,
y como yo te he querío,
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