miércoles, 11 de julio de 2012

CABE TU DESCENDIMIENTO

Tú desciendes, los míos ascienden. Sí, Señor, tu cuerpo es descendido, con ayuda de tus hijos y mecidas costaleras que en la Magdalena quedan presas. Sí, Señor, tu cuerpo desciende, pero tu alma permanece, donde siempre tiene que estar, en cada rincón de Sevilla para gozo y deleite del que quiera disfrutarlo, del que quiera sentirlo, del que quiera paladearlo.

Rancio me dicen, o me dirán, por tener cinco sueños, y no contarlos como angustias, y querer coronarlos en la Magdalena. Sí, Señor, tu cuerpo es descendido, pero mis sueños ascienden. Eran cuatro, tres donde el alma se hace plena, y uno donde la plenitud es el alma. De lo populoso de un barrio a la elegancia del casco antiguo, del retiro espiritual para coger aire en los pulmones de una parihuela, que lleva mis anhelos enhebrados, al clasicismo de un galeón de hojarasca con maroma de oro tan torero que luce hasta con alamares de Romero. Caoba y oro para un broche a la semana de sueños, y los sueños de una semana.

Ahí, tiene cabida tu descendimiento Señor. Entre los pulmones del Consuelo de la capitaleja y el terno torero del Arenal. Ahí cabe todo. Cabe la Esperanza en el alborear. Pero antes, Señor, cabe tu descendimiento. Cabe el vuelo de la alondra, de rama en rama. Cabe la muchedumbre del silencio agolpada a las puertas de una Magdalena que espera tu descendimiento, Señor, porque cabe tu descendimiento. En la justa medida de las cosas, para que sean las cosas, para que tengan el tempo, el ritmo preciso, para que seas metrónomo de mi alma de cinco sueños enhebrados, cabe tu descendimiento Señor, porque, como el poeta dijera "la vida es una semana". Cabe la ranciedad del valor, y el valor de la ranciedad, sin mirar nombres ni estrellas. Cabe mirar tu estética, tu sobriedad, tu elegancia, que ya se sabe que para el más grande del toreo "todo nace de la naturalidad del ser. El arte es todo aquello que permanece en el tiempo. La belleza de lo natural." Tu descendimiento, Señor, es eso, arte, elegancia, naturalidad, belleza, por eso cabe tu descendimiento, Señor.

Tu cuerpo desciende, tu alma permanece, mis sueños ascienden. Que quepa tu descendimiento, Señor. Por todo lo que significa. Por lo que esa plaza y esa parroquia me han traído. Porque entre Amparo y Calvario, cabe tu descendimiento, Señor. Que quepa tu descendimiento, Señor.

Sé el metrónomo de mis destinos, marca los designios de mi vida, de mi afición. Haz que quepa tu descendimiento, Señor. Cabrá tu descendimiento, aunque quede exhausto, cabrá tu descendimiento, Señor.

Tu cuerpo desciende, tu alma permanece, mis sueños ascienden como una alondra que espera entre las ramas de los árboles que escoltan tu salida cada Jueves Santo. Cabrá tu descendimiento. Haz que quepa tu descendimiento, Señor. Tu cuerpo desciende, tu alma permanece, mis sueños ascienden.