viernes, 15 de marzo de 2013

SED DE TU CONSUELO

¿¡Cómo tanto dolor puede caber en ocho letras!? ¿¡Cómo tanto alivio para una pena tan grande puede reflejarse en tu cara de mujer sabia y buena!? ¿¡Cómo la primavera ha decidido adelantarse para posarse en tu pañuelo de Madre!? ¿Cómo?, dime, ¿cómo?

Ya sé, aquello que hablamos, que nunca pusiera la duda entre Tú y yo, que nunca llegara a pensar que jamás me faltarías, que siempre, por mucho que sufriera, ibas a regalarme tu advocación con solo levantar la mirada.

Y hoy, como cada año, me castigas Señora, Reina y Madre mía, a ser tu escolta, en la parte trasera, acariciando tu manto. Que por mucho que ande, estando cada vez más sediento de ti, no podré hallar el Consuelo que me brindas, ya sé... con tan sólo levantar la mirada. Busco tu mirada. Aunque hay veces que no merezco que me mires, busco tu mayor don, Madre, tu Consuelo. Tu alivio, mi respiro, reconfortarme en tu mirada, recrearme en Tu Bondad. ¡Qué castigo más bonito! ¡Qué pelea más dura! Estar tan sediento de ti, y no hallar la forma de levantar la mirada porque por mucho que lo haga tan sólo encuentro tu portentuosa silueta de Reina perdiéndose en el crepitar del día. Tengo ansias de ti, necesito tenerte junto a mi, más cerca y presente que nunca.

Las circunstancias han cambiado, pero la situación es la misma... hoy, de nuevo, me postro ante ti, suplicando el perdón de tu hijo por los males que yo pueda haber causado, agradeciéndote no haberme abandonado y haberme apoyado en el devenir de mis días y a pedirte, como no, a pedirte. Que aunque todos los refranes trabajan, y dicen, que "contra el vicio de pedir, está la virtud de no dar", ese no lo conoces ni nunca lo has conocido conmigo, me tienes malcriado. Lo de esta noche es especial, ya lo sabes Tú.

Siempre haces falta, Tu advocación, y la que está detrás del arco y con la que tiembla cinco veces la esmeralda. Hacéis falta en camas de los hospitales, en las lágrimas de los jubilados, en los hambrientos de amor, en los sucios de espíritu, en los pobres de alma... Hacéis falta, no nos dejéis caer nunca. Consuelo y Esperanza, dos advocaciones que reconfortan e ilusionan.

No me dejes caer en esta última chicotá Madre, no dejes que los kilos me venzan, no dejes que se me pase, porque lo que te cuento es verdad, y lo demuestro día a día. Tú, y sólo Tú, sabes que es así. Son tres personas muy especiales por las que te pido hoy, no dejes nunca que se vayan de mi vida. Reconfortame como Tú sólo sabes hacerlo porque estoy sediento de Ti, y no puedo alzar la mirada. Gracias.

miércoles, 13 de marzo de 2013

EL ALMA EN LA MIRADA

No hay nada como refugiarse, abstraerse, tras una cámara para poder contemplar y llegar a vislumbrar la realidad. Ojo, que no es lo mismo refugiarse que abstraerse, ni estas dos, son lo mismo que esconderse. No hay que esconderse de nada sino, a veces, alejarse y abstraerse para poder llegar a plasmar una realidad que, a lo peor, a través de las lentes no seríamos capaz de reflejar. ¿Dónde quedaron las miradas prohibidas y el sonrojo? ¿y la ficción es una realidad con lentes?

Quiero separarme de mi instrumento de trabajo, pero hay veces que no puedo, porque sólo a través de el soy capaz de dejar reflejada la actualidad para después poder analizarla. ¿Dónde está el alma? En mis instantáneas antes lograba reflejar el alma. Hay quien piensa, como dice don Rafael Soto Moreno, Rafael de Paula, que "el espíritu santo no sale por la televisión", en cambio yo he llegado a ver fotografías y vídeos de auténtico embrujo a los que sólo le faltaba el sentido del tacto, y si lo hubieran tenido, hubiesen perdido el pellizco, el embrujo, la magia...

Mejor mirar dos veces para intentar descubrir, y vislumbrar un aspecto nuevo en cada mirada, que nos lo den todo hecho, porque no habría magia. La foto perfecta es la que no se hace, porque la emoción no permite hacerla, y si la haces no encuadras la técnica, pero si enfocas con el corazón. Es ahí cuando entra en juego la magia para el espectador. Si la fotografía llega a hacer que dediquemos más de un minuto contemplándola, habrá merecido la pena.

¿Dónde quedó la realidad sin lentes? En un mundo en el que vivímos más pendientes de las redes sociales que de ir a comprar el pan, no hemos de perder de enfoque nunca, que el Facebook no nos da alimento y que el Twitter no hace que nos ingresen la nómina en el banco. El alma se alimenta de miradas, de momentos que nos gustaría que fuesen eternos porque sabemos que son efímeros, de gestos, de palabras. De soslayos de miradas y caricias encarnadas, de palabras que se pierden en el oído y la mente rememora cada instante, de saber escuchar para aprender a mirar, y saber mirar porque sólo así se escucha. El alma a paso de lluvia, el espíritu a ritmo de una verónica de Morante, no se encuentran pero se buscan, se necesitan pero se odian...

¿Dónde quedó el alma? No sé buscarla aunque quiera, no sé encontrarla aunque pueda...


martes, 12 de marzo de 2013

LA GESTA DE DIMAS


No te resignes, pelea. No pelees, habla. No hables, escucha. Estar atado de pies y manos debe de ser de las peores sensaciones que puede tener un ser humano. Llegar a perder la libertad que le es innata. Algo hizo que no debió hacer para llegar hasta aquí, pero hasta en ese momento se puede perdonar, todo por amor. El amor de Dios a los hombres, ganado con el perdón, el AMOR con mayúsculas.

Aspiremos a ser Dimas, para que todo lo que toquemos lo convirtamos en oro. Demos de lado a Gestas, porque las gestas, son batallas épicas, y las guerras no traen nada bueno a nadie. La única gesta que buscamos es la victoria del amor, del perdón de los hombres buenos, del corazón limpio y entregarse para la salvación del hombre, que en su día erró, pero puede ser perdonado. Hagamos un mundo mejor, cuando nos equivoquemos, seamos Dimas, no lo volvamos a hacer, pidamos perdón, y convirtámoslo todo en oro. La categoría de los hombres buenos, los del corazón limpio. ¿No es más fácil reconocer un error y enmendarlo con un perdón, que seguir crucificado con el alma intranquila? La gesta, es la de Dimas, porque hay muchas veces que nos cuesta más de dos noches pedir perdón, pero lo acabamos haciendo. El orgullo hay que tragarlo, y el perdón ha de ser inmediato aunque no estemos convencidos de nuestra culpa y el orgullo nos ciegue, aunque la culpa no sea nuestra, si las dos partes ponen el perdón por delante, todo se soluciona antes, no llega a haber tormenta y la tranquilidad de las almas se hace dueña de los corazones. Todo sea por la tranquilidad de las almas, los corazones limpios. La categoría de los hombres buenos.

Óleo de Magdalena Aranda