martes, 12 de marzo de 2013

LA GESTA DE DIMAS


No te resignes, pelea. No pelees, habla. No hables, escucha. Estar atado de pies y manos debe de ser de las peores sensaciones que puede tener un ser humano. Llegar a perder la libertad que le es innata. Algo hizo que no debió hacer para llegar hasta aquí, pero hasta en ese momento se puede perdonar, todo por amor. El amor de Dios a los hombres, ganado con el perdón, el AMOR con mayúsculas.

Aspiremos a ser Dimas, para que todo lo que toquemos lo convirtamos en oro. Demos de lado a Gestas, porque las gestas, son batallas épicas, y las guerras no traen nada bueno a nadie. La única gesta que buscamos es la victoria del amor, del perdón de los hombres buenos, del corazón limpio y entregarse para la salvación del hombre, que en su día erró, pero puede ser perdonado. Hagamos un mundo mejor, cuando nos equivoquemos, seamos Dimas, no lo volvamos a hacer, pidamos perdón, y convirtámoslo todo en oro. La categoría de los hombres buenos, los del corazón limpio. ¿No es más fácil reconocer un error y enmendarlo con un perdón, que seguir crucificado con el alma intranquila? La gesta, es la de Dimas, porque hay muchas veces que nos cuesta más de dos noches pedir perdón, pero lo acabamos haciendo. El orgullo hay que tragarlo, y el perdón ha de ser inmediato aunque no estemos convencidos de nuestra culpa y el orgullo nos ciegue, aunque la culpa no sea nuestra, si las dos partes ponen el perdón por delante, todo se soluciona antes, no llega a haber tormenta y la tranquilidad de las almas se hace dueña de los corazones. Todo sea por la tranquilidad de las almas, los corazones limpios. La categoría de los hombres buenos.

Óleo de Magdalena Aranda

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