21 de mayo. Plaza de Madrid al cielo. Dicen que se recordará ese día como recuerda uno el primer beso. Por la calidez y la emoción, por el latido incontenido y trepidante. Por el corazón que se escapa por la boca. Por el aliento. Por la pasión, por la entrega.
Cuentan que las metáforas se escurrían a borbotones por los vuelos de tu capote, que envolvía tu figura un rumor cristalino de río. Abrazaba tu cintura de barro un viento que nos reconcilió con la vida y la muerte, con el inesperado milagro del tiempo detenido.
Acariciaron las yemas de tus dedos la seda que teje en un suspiro el peso de los siglos, el sabor de las grandes tardes de toros. Tendió tu muleta un puente desde La Puebla hasta la Villa. Y se desperezó el grito de la afición, colmada de tu esencia de arena y lluvia. Y brotaron tus lágrimas, tan limpias, manantiales de luna llena. Verdad que cala hasta las venas.
Ahora que buscan los sabios palabras para definirte -que si genio, poder, torería...-, yo, aunque poco sé de diccionarios, les sugiero Morantía. Dícese del arte puro, del momento eterno, de un poema en cada lance, de la magia en cada paso, del amor en cada pase.
Y si al torear amas, y al amar eres amante; el aroma que vive en esta plaza, el que en ella mora... ése es mi Morante.
Cuentan que las metáforas se escurrían a borbotones por los vuelos de tu capote, que envolvía tu figura un rumor cristalino de río. Abrazaba tu cintura de barro un viento que nos reconcilió con la vida y la muerte, con el inesperado milagro del tiempo detenido.
Acariciaron las yemas de tus dedos la seda que teje en un suspiro el peso de los siglos, el sabor de las grandes tardes de toros. Tendió tu muleta un puente desde La Puebla hasta la Villa. Y se desperezó el grito de la afición, colmada de tu esencia de arena y lluvia. Y brotaron tus lágrimas, tan limpias, manantiales de luna llena. Verdad que cala hasta las venas.
Ahora que buscan los sabios palabras para definirte -que si genio, poder, torería...-, yo, aunque poco sé de diccionarios, les sugiero Morantía. Dícese del arte puro, del momento eterno, de un poema en cada lance, de la magia en cada paso, del amor en cada pase.
Y si al torear amas, y al amar eres amante; el aroma que vive en esta plaza, el que en ella mora... ése es mi Morante.
Relato de Susana Fuentes Arcos para Las Ventas
Fotografía del siempre genial Juan Pelegrín (Manón)
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