domingo, 14 de octubre de 2012

...PERO NO CUENTES LAS ESPINAS

Cuenta las rosas, pero no cuentes las espinas, y verás que no es mentira. No se si el paso del tiempo lo ha contado mi segundero, o simplemente los pulsos que nos tomamos cuando nos acercamos. Un simple parpadeo, y tu mirada esquiva de cuando quieres decir tantas cosas y no hablas. Cuando no te das cuenta que a mi no se me habla con palabras, que con tan sólo una mirada he podido construir todo un bokéh de rosas. Con esa mirada de soslayo basta, para que el pulso se acelere, y no nos demos cuenta si quiera, que ya han pasado tantas medias lunas sobre nuestras cabezas que podríamos montar una patisserie. Porque la más grande de las estrellas empezó a menguar, cuando estaba creciendo nuestro amor. Pulsos inacabados, muchacha, que lo mismo se paran en una plaza, que se aceleran con una mirada. No sé quién ha contado del tiempo, o no sé si el tiempo mismo tiene cabida en esta historia. Efímero en tantas cosas, insignificante en nuestra memoria. El menos importante de todos los detalles.

Nuestro tiempo, se mide en detalles, en las gotas de rocío que se deslizan con el alba en un pétalo de rosa, y que estallan de júbilo al precipitarse sobre una espina. Cuenta las rosas, pero no cuentes las espinas. Quédate con las gotas juguetonas, en el tobogan de los sentidos, en pétalos que buscan refresco. Cuenta las rosas, pero no cuentes las espinas. Trayectoria frondosa, profunda, satisfactoria, que ha visto crecer 13 rosas. Hete aquí mi teoría. Comienza el crepúsculo de las espinas, y el alborear de las rosas. Nunca hubo rosas sin espinas, pero nosotros intentamos construirlas. Por eso, cuenta las rosas, pero no cuentes las espinas. Aquella noche el tacto de tu piel era tan suave, porque conseguimos dejar atrás las espinas, porque sin contar las espinas, construimos un imperio que solo tiene en cuenta pequeños detalles que hacen del mundo, un búcaro de rosas. Detalles que se miden en nuestros pulsos, nuestras miradas, los cuartos de luna, las medias lunas, y en rosas al alba, pero nunca en espinas que destruyen las ilusiones que gota a gota hemos deslizado sobre ese pétalo de rosa. Por eso, cuenta las rosas, pero no cuentes las espinas.

Y ahora aquí, en el alborear de las rosas, es cuando hay que darse cuenta de que la vida es sueño, de que el crepúsculo de las espinas comienza desde que nosotros dejamos de contarlas. Bastantes espinas hemos arrancado ya. Mejor es mantener las esp... los salientes del tallo de las rosas, y no contarlos nunca más. Toma mi mano, agárrala fuerte, y de la otra coge pétalos de rosa para ir construyendo nuestro mundo y que gire a base de cuarto y medio de luna para que nuestros pulsos se paren en cada mirada, y no importe más que las lágrimas de alegría que resbalan sobre tu suave tez, y que hacen ver que todo avanza como es debido, porque hay pétalos en el suelo, la luna en el cielo, las rosas en tu mano y amor en el aire. Así da gusto respirar. Por eso cuenta las rosas pero no cuentes las...

1 comentario:

Manuel Gutiérrez Aragón dijo...

GRANDE EL PENSAMIENTO. GRANDE TU PROSA. GRANDE, GRANDE, GRANDE...