jueves, 11 de mayo de 2017

VIVIR EN ATLETI

Llevo mucho sin juntar letras que hagan de un pensamiento mío, un artículo para mi blog. Lo he intentado un par de veces, pero recuerdo que desistí. Creo que cada vez me exijo más.

Mi vida ha cambiado, más que cambiar, ha evolucionado. Ya no somos dos en casa. La alegría de miss F. ha venido para quedarse por siempre con nosotros. Y con ella, una tarea lenta y difícil, pero que bien resuelta, espero que sea satisfactoria. Estoy hablando de la crianza, así llaman los modernos a la educación y formación como personas desde los 0 meses en adelante.

108.182 no es sólo una cifra. Es el número con el que mi hija -gracias a mi amigo y casi hermano Edu- ha entrado a formar parte de una filosofía de vida: Vivir en Atleti. O, lo que es lo mismo, que no te lo den todo hecho. Nadie dijo que fuera fácil, pero el Atleti es la vida. Cruel a momentos, pero tan bonita después. Te eleva a los cielos, te ilusiona y tras eso, se esfuma. Sabes que estás aprendiendo a vivir porque estás valorando tus esfuerzos, los que sin trampas y sin ayudas, nadando a contracorriente, se convierten en logros, que no necesariamente tienen que ser títulos. No, para nosotros no es eso. Es la actitud con la que desarrollamos el esfuerzo, aunque luego el azaroso fin indique que los medios no tienen justificación. Es caerse y volverse a levantar. Es luchar por tus sueños aunque estos sean inalcanzables, con la dicha de saber que el esfuerzo no es negociable, que no te has dejado nada dentro para cumplirlos. Ser un currito y tirar del carro sacando fuerzas de dónde no las hay.

Que el vecino rico de la urbanización que construye sus sueños a base de talonario, jamás sabrá paladear el esfuerzo, ni llegará a saber lo que cuesta conseguirlo. Que el de en frente, prefiere alquilar su casa para tener más riñones, mientras que nosotros preferimos ir a casa para ver como los nuestros se dejan los cojones. Que el blanco prefiere ver a los suyos por televisión que disfrutar de su abono, porque lo ha cedido a una empresa que gestione su venta para los partidos importantes y así sacarle un rendimiento del 2000%, porque el blanco piensa en verde, y no en el del terreno de juego. Y así de paso, impedirle a los propios blancos, que están en espera para tener un asiento en la castellana, que puedan disfrutar de el. Al final, lo venderían para disfrutar de su equipo por la televisión. Y "disfrutan" viendo -por televisión- como tienen las vitrinas llenas de títulos regalados, robados, y algunos -los menos- ganados a ley. Disfrutan observando un trozo de un noble de metal con formas variopintas que se han llevado con alfombra roja en ocasiones, con guante blanco en otras y con nocturnidad y alebosía en otras tantas. Y encima preguntan ¿qué se siente?, algo que tu nunca verás por televisión, esa es la respuesta.

Se siente orgullo de una afición que en las malas no para de animar, que cuando el viento sopla en contra y empieza el agua a jarrear, más fuerte canta, porque se sabe vencedora al exigir a los suyos que derramen hasta la última gota de esfuerzo sobre el verde. Y a morir, los míos mueren. Despertar en mi hija los valores de esta filosofía, es lo que me alienta a vivir intensamente, hoy por hoy, con un tremendo sentimiento de pertenencia a un club que representa una forma de vida. Nuestra vida, nuestra identidad. Nadie nos va a regalar nada hija mía, pero es que no queremos que nos lo regalen. Queremos que nos cueste ganarlo, porque cuanto más difícil sea la hazaña, más bonita será la victoria que es saber nadar contracorriente y saber sobreponerse a los golpes. Caer otra vez, y levantarse otras cien.

Hoy, llevas puesta la camiseta de tu identidad, de tus colores, de tu club. Porque estamos orgullosos de nuestra manera de ser y proceder. Va a ser difícil, pero nos quedan cosas muy bonitas por vivir juntos. Bienvenida a tu nueva vida hija mía.


1 comentario:

costalero gruñón dijo...

Disfruta de aportarle a tu hija tantas enseñanzas que, al final, son las que irán forjando su personalidad, y harán que recuerde momentos junto a los que se las inculcaron. Disfruta de ella,...

Un saludo desde Granada