Al final, antes, durante, y tras los disgustos, quedas tú. El que cura las penas con un toreo que permanece indeleble en los corazones de quien lo sabemos paladear. No es arte efimero, los lances no los das, los pintas con el alma; los muletazos, los sientes, las muñecas bailan al compás del corazón. Tu corazón, único capaz de latir por bulerías, de torear por alegrías, de sentir por fandangos, y de hablar por tangos.
Todo en ti es torería José Antonio. Eres luz en la oscuridad. Compás abierto, sinceridad, temple. Si alguna vez te faltó la luz, no te apene quedarte sin ella, porque en la oscuridad es donde mejor se ve, dónde toreas por y para ti. Siempre serás grande José Antonio. Siente, baila, escribe, pinta, torea, porque, se torea como se es, y no me cabe la duda de que tú, tú eres grande José.
La vida es sueño, y los sueños son tu vida, una vida ligada al toro. Una vida de pasión, unos sueños de vida. Torería impregnada en alamares. Muñecas danzarinas que buscan salir de la monotonía sintiendo por soleares. Arte y compás, cante y baile. Cante jondo. Sueños de vida. La vida es sueño. Silencio... shhh. Torea el corazón, lo mueve, el de la Puebla del Río, José Antonio, si, el que tiene compás pa rabiá. Morante, la vida es sueño, y los sueños tu alma son.
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