lunes, 21 de enero de 2013

RECIBIR TU CONSUELO

Cuando nos tiende la mano, sólo nos cabe besarla. Pero antes de eso, viene lo hermoso. El nerviosismo de verla de cerca, cara a cara otra vez, cuando te tiemblan las piernas por la inmensidad de su belleza. No podemos agradecer, pedir perdón y pedirle bondades porque no nos salen las palabras. Y si no nos salen, no es porque no las haya, sino porque no hacen falta, porque en una mirada cabe todo el Consuelo de una madre.

Pueden ser tan sólo segundos, pero se recuerdan toda nuestra vida, una vida que ya contamos por besos en su mano. El beso que suspiramos año tras año, el beso que soñamos, que es el mismo beso que da comienzo a la cuenta atrás para vivir lo soñado. Besar su mano es como estar en el cielo, una extraña sensación porque siempre hemos creído que el cielo estaba alto y lejano, y ese Domingo de enero está bajo y cercano. Besar tu mano, estar en el cielo, recibir tu Consuelo.

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