Hoy, 2 de Octubre de 2009, hace tres décadas que el arte relumbró de manera fulgente. José Antonio Morante Camacho vino a nacer en la sevillanísima localidad de La Puebla del Río, donde creció con la ilusión de algún día ser torero, jugando al toro con su primo por las calles de su pueblo. A eso dedicó su primera década de vida, a que la semilla del toreo de arte fecundara en sus adentros.
En su segunda década de vida, comenzó a prepararse más en serio, dedicándole cada vez más horas, y ponieéndose ya delante, sobre todo en la segunda mitad de la década. Tomó la alternativa en Burgos a final de esta, abriendo los ojos a los aficionados, para que siguieramos su carrera de forma continua y sin perdernos un ápice de ella.
Podemos decir, que ésta, última década de su vida (por ahora, que sino da mal bajío), ha sido la de su confirmación a lo que ya apuntó en la segunda. Tras problemas psicológicos superados, volvió a reflotar su toreo en el año 2005, una temporada que marcó historia en su toreo. Desde ahí, no sin otros problemas de distinta índole que le hicieron cortar la temporada 2007, ha seguido una progresión lineal que le ha hecho elevar su toreo a cotas inalcanzables e inaúditas.
Haciendo un poco de adivinos, podemos presagiar, que la cuarta década en la que se adentra ahora, va a ser una época de madurez que se verá reflejada en los ruedos con un toreo todavía más acompasado y relajado, incluyendo detalles añejos (de los que siempre está investigando) y excentrididades, porque todo genio ha de tenerlas, y para eso es "Morante de La Puebla".
Mañana en Las Ventas, y con un dedo roto, esperamos disfrutar de la felicidad de su trigésimo aniversario, que esperemos que comparta con los 24.000 espectadores de la Monumental de Las Ventas del Espíritu Santo. ¡FELICIDADES MAESTRO!
Fotografía: Ernesto Naranjo
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