domingo, 24 de julio de 2011

EL EMPAQUE DE MANZANARES Y UN JUBILOSO FANDI


Primera de Feria. Lleno.

6 Toros de “Torrealta” parejos y bien presentados. Nobles y colaboradores. Destacó el sexto, al que se le pidió el indulto, y se le concedió la vuelta al ruedo, por la calidad con la que humillaba y embestía.
Pesos: 450, 500, 470, 515, 471, 495.
“El Fandi” mató segundo y cuarto, alterando el orden, debido a que, tras matar el cuarto, se marchó de la plaza porque a las 22,00 estaba anunciado en Atarfe.

Ruiz Manuel (verde manzana y oro): Silencio tras aviso y Oreja.
David Fandila “El Fandi” (negro y plata): Dos orejas y Oreja.
José María Manzanares (pizarra y oro): Oreja y Dos orejas tras dos avisos.

Se inauguraba la feria en honor a Santa Ana de la localidad almeriense de Roquetas. Los tendidos rebosantes gozaron de una tarde llena del júbilo y alegría, que puso “el Fandi” con sus pares de banderillas, y el empaque y temple de José María Manzanares. Cortaron tres orejas cada uno, mientras que el torero local Ruiz Manuel pechó con el peor lote, y se tuvo que conformar con una cariñosa oreja de su segundo enemigo.

Abría el cartel el torero local, Ruiz Manuel, que se encontró con dos astados de poca transmisión a los que realizó sendas faenas aseadas con más voluntad que acierto. Sus paisanos premiaron su segunda faena con una oreja.

Llegó el Fandi, como un ciclón, con ganas de agradar y divertir al respetable. El lío vino como de costumbre, en banderillas, tercio en el que hizo disfrutar y mucho al público de Roquetas. En su primero, brilló con la capa con largas cambiadas en el tercio y por chicuelinas. Para meter al toro en la muleta, basó su faena en la mano izquierda, con la que alcanzó momentos de mucha lucidez. Mató de estoconazo y recibió dos orejas. A su segundo, a base de porfiar, logró arrancarle una oreja.

Lo mejor de la tarde fue el temple y el empaque de José María Manzanares. El torero alicantino consiguió dominar las embestidas de sus toros con una despaciosidad que ralla la perfección. Malogró la faena al tercero de la tarde con los aceros, al que se empeñó en matar recibiendo, cosa que no consiguió hasta la tercera oportunidad. Se tuvo que conformar con un solitario apéndice. Al sexto lo recibió con verónicas de embrujo para, ya con la muleta, instrumentarle una faena basada en la mano derecha con muletazos de muy bella factura que le valieron las dos orejas.

Fotografía: Ernesto Naranjo

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