martes, 26 de julio de 2011

LA PROFESIONALIDAD Y EXPERIENCIA DE "EL JULI"


Roquetas de Mar (Almería).
Segunda y Última de Feria. Más de tres cuartos.

6 Toros de “Zalduendo” muy parejos de presentación, aunque de juego desigual. Nobles y colaboradores en líneas generales, algo flojos de fuerzas. El cuarto, rajado desde el inicio de la faena.
Pesos: 458, 465, 477, 487, 440, 472.
Se guardó un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas del atentado de Oslo.

Enrique Ponce (turquesa y oro): Oreja y Ovación.
Julián López “El Juli” (berenjena y oro): Oreja y Dos orejas.
Torres Jerez (lila y oro): Oreja y Oreja.

Se ha puesto fin a la exitosa feria de Roquetas de Mar. Se volvió a repetir una gran entrada de público, que pudo disfrutar de un festejo entretenido en el que se pudo ver la experiencia y los conocimientos de los terrenos de “El Juli” que cortó tres orejas, así como el buen concepto del toreo que atesora el paisano Torres Jerez que cortó dos apéndices. Enrique Ponce poco pudo hacer, hubo de conformarse con arrancarle una oreja a su primero ya que, el cuarto de la tarde, por su mansedumbre, tenía nulas posibilidades de éxito.

El Juli fue el triunfador de la tarde. Ante su primero, un toro que, por despacio, embestía como un carretón, cuajó una faena plagada de temple y enjundia. Mató de pinchazo y estocada y se le concedió una oreja. Con el quinto de la tarde realizó una faena de menos a más, en la que dejó ver la gran experiencia que ya atesora esta figura del toreo. Acabó sacándole los muletazos de uno en uno. Puso fin a esta faena con una estocada y descabello, pidiéndole el respetable las dos orejas.

El torero local, Torres Jerez, tuvo, quizá, el mejor lote en suerte. El tercero de la tarde se le escapó de las manos. Cuando se dio cuenta ya era tarde. En una faena de menos a más acabó recetando series de mucho gusto y sabor. Mató con un certera estocada y se le concedió una oreja. El último de la tarde, fue un toro rajado desde el principio con el que el almeriense tuvo más voluntad que acierto, aún así, se le concedió una cariñosa oreja, que le valió la puerta grande.

Enrique Ponce, bailó con la más fea. Ante su primero realizó una labor de enfermero que, después de matar de una buena estocada, le valió una oreja. Se estrelló con el cuarto de la tarde, con el que poco o nada pudo hacer, ya que estuvo rajado desde el inicio. Lleno de impotencia mató de dos pinchazos y casi entera, y acabó saludando una cariñosa ovación.

Fotografía: Ernesto Naranjo

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