domingo, 18 de marzo de 2012

LA ILUSIÓN QUE ME FALTABA



Sólo me queda darte las gracias. Gracias por poner en mi universo la ilusión. Si, porque entraste en mi vida como un ciclón y trastocaste mi universo. Eres tú, en las cosas básicas, las más complejas, y hasta en los pequeños detalles, y lo sé. Sé que eres tú, lo sé al mirarte, lo sé al sentirte. Te miro a los ojos, y veo el alma.

Y si importante me siento a tu lado, más lo hago cuando conozco tu mundo, y por eso sé que es el que mueve al mío. Ya le escribí a tu hermano, porque sí, porque me apetecía contarle mis cosas, que son las tuyas, las nuestras.

Hoy le escribo a tu otro hermano, al que me ha devuelto la ilusión que andaba escasa últimamente. Me ha regalado sonrisas, me ha demostrado que la inocencia juvenil es la grandeza de los que nos hacemos llamar mayores o jóvenes, y tan sólo somos niños con más responsabilidades. Me gusta su cara, su personalidad tan marcada. El ser tan suyo en las cosas suyas, y tan nuestro en las cosas nuestras. Aronde quiera llegar, va a llegar, y no le faltarán manos que le ayuden para bordar, montar altares, o lo que quiera Dios que sea, pero más que nada para enrolarse en las cuadrillas que se proponga con nohotros, la gente que le quiere, y a la que le encanta verle feliz.

Te tengo que agradecer a ti, el trato tan cercano que me dejas tener con él, porque es un sueño más para mí. Poder disfrutar de la ilusión con la que yo viví siempre, pero yo hice trampa, porque lo mamé desde mi nacimiento, él no. Eso sí, desde que entró en mi vida procuro y procuraré darle lo que me gustaría que me hubieran dado a mi.

Gracias a Dios por cruzar nuestros universos. Gracias Carmen, por ser como eres, la mitad que me faltaba para completar mi felicidad. Gracias por la ilusión que me faltaba, Carlos. Os quiero tela.

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