Siempre que me dispongo a escribir un artículo sobre algo o alguien me gusta (porque creo que debo hacerlo) documentarme más de lo que ya lo estaba antes. Si me dispongo a hablar de algo abstracto me gusta buscarlo en el diccionario para dar una definición correcta de ello y pasar a poder hablar con aún más sentido de ello, así pues, pasaré a presentar de lo que voy a hablaros hoy: se trata de la envidia, que no es otra cosa que (según la RAE): sentir tristeza o pesar por el bien ajeno. De acuerdo a esta definición lo que no le agrada al envidioso no es tanto algún objeto en particular que un tercero pueda tener sino la felicidad en ese otro. Entendida de esta manera, es posible concluir que la envidia es la madre del resentimiento, un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino que al otro le vaya peor.
Pues bien en torno a mi mundo hay muchas personas envidiosas, y que buscan que a mi me vaya peor -como reza la definición-. La mayoría de tales individuos suelen aparecer en ese mundo tan insidioso como es el de las cofradías. Es como ser el rey de la selva, hay que destacar y marcar territorio, tienes que ser bueno dejando a los demás por los suelos, no por tus propios méritos. No me canso de decirlo, en el mundo de las cofradías hay más Judas que Jesucristos...
Y con estas reflexiones estoy dando cancha a unas personas que no se la merecen, porque dicen que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, aún así creo que nunca está de menos pararse a pensar y reflexionar.
Lo que nunca haría sería buscarle el mal a otra persona en otro terreno que no sea por el cuál la conozco o puedo llegar a tratar con ella. Meter el moco donde no te llaman es dudar de la integridad y profesionalidad de una persona, con lo cual te puedes llegar a sentir ofendido, claro, luego piensas y reflexionas (véis como servía para algo) y te das cuenta que no puedes llegar a sentirte ofendido si la envidia proviene de una persona que te importa -perdónenme la expresión- un carajo (como dirían en la tacita de plata).
Este sábado haré una boda, no será la vuestra por supuesto, pero seguirá suponiendo el ingreso de una cantidad en mi cuenta corriente. El domingo, el día que le precede sólo habrá servido para hacer caja.
A las personas hay que suponérles la buena intención, así que supongo que los nervios para un acontecimiento "tan" importante en sus vidas les habrán jugado una mala pasada.
Me despediré con un dicho muy castizo: Si es que la envidia es muuu malaaa
Pues bien en torno a mi mundo hay muchas personas envidiosas, y que buscan que a mi me vaya peor -como reza la definición-. La mayoría de tales individuos suelen aparecer en ese mundo tan insidioso como es el de las cofradías. Es como ser el rey de la selva, hay que destacar y marcar territorio, tienes que ser bueno dejando a los demás por los suelos, no por tus propios méritos. No me canso de decirlo, en el mundo de las cofradías hay más Judas que Jesucristos...
Y con estas reflexiones estoy dando cancha a unas personas que no se la merecen, porque dicen que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, aún así creo que nunca está de menos pararse a pensar y reflexionar.
Lo que nunca haría sería buscarle el mal a otra persona en otro terreno que no sea por el cuál la conozco o puedo llegar a tratar con ella. Meter el moco donde no te llaman es dudar de la integridad y profesionalidad de una persona, con lo cual te puedes llegar a sentir ofendido, claro, luego piensas y reflexionas (véis como servía para algo) y te das cuenta que no puedes llegar a sentirte ofendido si la envidia proviene de una persona que te importa -perdónenme la expresión- un carajo (como dirían en la tacita de plata).
Este sábado haré una boda, no será la vuestra por supuesto, pero seguirá suponiendo el ingreso de una cantidad en mi cuenta corriente. El domingo, el día que le precede sólo habrá servido para hacer caja.
A las personas hay que suponérles la buena intención, así que supongo que los nervios para un acontecimiento "tan" importante en sus vidas les habrán jugado una mala pasada.
Me despediré con un dicho muy castizo: Si es que la envidia es muuu malaaa
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