Ayer pudimos comprobar que Juan Bautista y Eduardo Gallo han quedado en un quiero y no puedo. El francés pasó por el coso venteño como sin ganas y mucho menos ideas, y su amigo salmantino pasó y se dejó notar porque con un toro noblote acabó aburriendo hasta a un caballo de cartón.
Lo mejor de la tarde llegó en el cuarto, cuando por fin, le tocó en suerte un toro medio potable a un torero esperado por Madrid como es Curro Díaz. El linarense lo meció en los vuelos de su capote con auténtico gusto. Llegamos a la faena de muleta, en la que el toro no entró al trapo en las primeras series. Curro hubo de llevarle por su camino para, posteriormente, recetarle cuatro series -no hacía falta más- con la mano derecha con poderío y desmayo, un toreo relajado que gustó en las Ventas. Lo probó por el siniestro, y el toro por ahí sabía lo que había. Se adornó con un trincherazo y un kikirikí de cartel, y le propinó una gran estocada en el hoyo de las agujas que hizo su efecto en medio minuto. Merecida oreja, para un torero de arte y enjundia al que el coso venteño espera con ganas el próximo 1 de junio.
Fotografías: Paloma Aguilar para Las Ventas
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