sábado, 26 de junio de 2010

...Y NO TENGO CAPOTE NI MULETA

Hay momentos en la vida en qué te planteas las lealtades. A mi me ocurre siempre con la llegada de la época estival. Muchos conocidos, pocos amigos. Esa es la consigna. Amigos que te ocultan hechos que normalmente no obviarían, ni dudarían en comentarte al conocerlos ellos mismos, o a invitarte a formar parte del hecho si ha surgido de ellos mismos. ¿Intereses ocultos? eso parece.

...y cada vez más desprestigio por su parte, la confianza ha traspasado límites insospechados, lo que antes era broma, si se comete de forma reiterativa, puede llegar a ser ofensa. Y no se dan cuenta. Hay que "estar en la onda", hay que ser progresista, hay que serlo, para que los tolerantes te toleren... ¡qué paradoja!

Y mientras tanto, exámenes. Concretamente, Conocimiento General de Aeronaves y Contabilidad Financiera: ¡mu ricos! -que diría un amigo mío-. La necesidad de escupir esto al mundo, se convierte a la vez en consuelo. Las aficiones se convierten en refugio de una soledad, de la que siempre hemos sido conscientes, pero no siempre la esperábamos.

Fotografías, música, viajes... y Morante, siempre Morante, ¡qué mejor refugio! La verdad de la vida y la muerte. El hombre, el artista, y la fiera, el enemigo. Que manera de burlar las embestidas, con belleza, como siempre hemos querido. Bien enganchado el muletazo desde alante, dando el pecho (como hay que darlo) hasta detrás de la cadera bien abajo, con el mentón hundido en el pecho.

Pureza, nobleza. Dos valores casi extintos en la sociedad actual, cada vez son más caros. Por eso cada vez que encuentro eso en una persona, me siento dichoso, y trato de no perderla y conocerla más a fondo. Hoy me siento torero, y no tengo capote ni muleta. Hoy me siento torero...

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