sábado, 6 de septiembre de 2008

EL CANON DE MORANTE (POR ÁLVARO ACEVEDO)

El canon de Morante de la Puebla es el canon del toreo. Tiene varios palos: el de la profundidad más honda y desgarradora, el del toque angélico de la gracia y el de una tauromaquia maravillosamente vieja y, con él, felizmente rescatada. Brota con la inspiración natural del que nace torero y luego crece como tal, y cuenta con el valor como auténtico gran secreto, ese valor que permite mantener la lucidez mental necesaria para hacerle a cada todo lo que demanda en cada instante. Por todo esto, etiquetar a Morante como un simple artista es poco menos que insultarle.

Nos citamos antes de la corrida de Almería y después de su deslumbrante paso por Bilbao en esta temporada de planteamiento reducido. Pero no hemos quedado para perder el tiempo charlando de estrategias, resultados y números, sino para hablar de toreo. Y aunque no es fácil que un genio así se exprese sin la espada y la muleta, Morante es capaz también con la palabra: “Yo creo –comienza diciendo- que no tengo varias formas de torear, sino más bien una sola que adquiere matices según me vaya pidiendo el toro y el momento. Es verdad que he evolucionado mucho. Siempre he tenido torería, e incluso ahora reflexiono mucho acerca de mis principios en la profesión, cuando siendo un niño me decía la gente que tenía cara de torero. Esa expresión se ha perdido, está en desuso, pero a mí casi todo el mundo me lo refería. Luego, en lo que sí he crecido ha sido en la profundidad de mi toreo. Me decían que bajara la mano, fíjate que frase más vulgar, y a mí me costaba, pero lo fui haciendo, fue gustándome, fui incidiendo en aquel concepto y descubriendo cosas nuevas hasta llegar hasta hoy”.

- Decía “El Viti” que le había costado años hacer el toreo que de verdad sentía. ¿A ti te ha pasado lo mismo?
- “Por supuesto. Yo he ido evolucionando continuamente, nunca me he estancado ni he dejado de buscar. Pero, ojo, no todo es bonito y fácil, fruto de la inspiración. Por ejemplo, en eso que te decía antes de bajar la mano y darle a mi toreo una dimensión más profunda he tenido que trabajar mucho. Ahora veo vídeos míos de la primera etapa y no me gusto.”

- Ahora, además, has rescatado un concepto de lidia antigua que se había perdido. ¿Cuándo surge en ti esa inquietud?
- “Siempre la he tenido, lo que pasa es que tampoco tenía a nadie a mi vera que me la fomentara. Poco a poco he ido dándole vueltas a la cabeza, pensando, soñando, viendo vídeos de toreros antiguos y poniendo en práctica, primero de salón, y luego frente al toro, esa manera de torear que no es fruto del capricho. Las cosas que hago son porque me las pide el toro.”

- ¿La gente lo entiende?
- “Hay gente que no sabe y, por tanto, que no se entera, pero yo asumo esta circunstancia como algo normal porque el público es como es. Lo que me duele interiormente es comprobar que lo bien hecho no está tan distanciado de lo malo en cuanto a valoración, no solamente del público, sino también de la prensa. Hablo de forma global, aunque por supuesto hay excepciones. Eso me da bastante pena, pero yo sigo mi camino y no caigo en la tentación delos, digamos, trenes baratos.”

- En Bilbao, sin dar una vuelta al ruedo, te han concedido varios premios. ¿Eso qué significa?
- “A mí me llena de satisfacción porque, lo que en la plaza no ha tenido aparentemente demasiada repercusión, resulta que luego ha trascendido de verdad cuando ha concluido la feria. Lo que tiene importancia es lo que trasciende, lo que se recuerda. Lo demás cae en el olvido y el tiempo se encarga de borrarlo, incluidas las orejas.”


- ¿Aquellos naturales, por ejemplo?
- “Quizá haya sido de lo mejor del año. Tampoco me gusta quejarme, pero es verdad que me han embestido pocos toros y para la faena grande hace falta un toro que embista de verdad. Pero sí: aquella forma de torear me dejó a gusto, auténticamente satisfecho.”

- Casi nunca pierdes pasos en el llamado toreo fundamental y, a la exigencia de ese toreo hondo y obligado, se le añade una ligazón a veces asfixiante que implica una dificultad enorme. ¿Así tiene que ser el toreo?
- “Yo busco la ligazón y la autenticidad total. Quedándote en el sitio es todo más difícil, pero cuando te entregas, te entregas de verdad. Pase lo que pase.”

- Hablemos ahora de esa tauromaquia antigua. Con el capote, casi siempre, paras a los toros corriendo las dos manos hacia delante, y normalmente con tendencia hacia arriba.
- “Lo hago para enseñar a los toros, para alargarles la embestida y que no se queden cortos. Suele ser una preparación para después torearlos a la verónica. Creo que es la manera más torera de prepararlos. Y la más natural de todas.”

- Con la muleta estás dando un pase de pecho barriéndole el lomo al toro, como se hacía antiguamente.
- “Ese pase de pecho es para mí el ideal, mejor y más difícil que el otro más moderno en el que te enroscas el toro y te lo llevas a la hombreara contraria. Se trata de levantarle la muleta para que el toro salga con la cara alta y los pechos por delante, mientras tú le dejas caer la tela muerta sobre el lomo y se la vas quitando suavemente. Por eso lo de “barrerle el lomo”.”

- Luego está el toreo sobre las piernas, ya sea de adorno ante toros sin embestida, o de castigo frente a reses violentas.
- “Yo creo que ese toreo sobre las piernas es de una dificultad enorme. Fíjate si sería grande Domingo Ortega que fue figura del toreo andándole por la cara a los toros. Quedarse quieto y pegar un pase detrás de otro está al alcance de cualquiera. Gusta más o menos porque la quietud genera emoción y tapa muchos defectos, pero moverse en la cara del toro haciéndolo bien es muy difícil. Yo creo que para eso hay que tener… instinto torero. Hace falta ritmo, dominio de tu cuerpo y de los avíos, facilidad innata para hacerlo. Yo, por ejemplo, la tengo, aunque no siempre me salga bien.”

- Es una forma de torear que hoy casi no se practica. ¿Por qué?
- “Porque es muy difícil. Si lo intentas y no sabes, queda realmente ridículo. Por eso no se practica.”


- Todo esto que estamos hablando te permite una capacidad de improvisación tremenda y tus faenas no tienen el patrón habitual de cuatro pases por alto, la derecha, la izquierda, los pases finales orejeros y la estocada. ¿Son faenas más lógicas y menos preconcebidas?
- “El torero debe despertar un interés, una atención permanente en el aficionado gracias a la improvisación. Para eso hay que ser un creador nato y tener la lucidez suficiente para ir haciendo lo que requieran las circunstancias. Fundamentalmente, las que imponga el toro, pero también las que deriven del propio desarrollo de la tarde. Yo, lo de llevar la faena pensada desde el hotel no lo entiendo, porque luego sale el toro y…¿entonces qué?”

- Pues figúrate. Por cierto, ¿lo de “artista”, a qué te suena?
- “A mí no me gusta porque no me siento reflejado en ese término. Lo de “artista” o “toreo sevillano” tiene una connotación extraña, se usa para calificar lo bonito y superficial. No pertenezco a una escuela en concreto y, si acaso, puedo acercarme algo a la escuela clásica, pero tampoco exactamente. El otro día dijo algún periodista que, en Bilbao, estuve “hasta valiente”. Mire usted, yo soy valiente desde que empecé de novillero. Pero en fin… tampoco voy a ir diciendo por ahí como me tienen que llamar. Que cada uno diga lo que le parezca.”

- ¿Crearás escuela?
- “Ojalá. Mira, lo que yo hago estaba ahí antes. Pertenece a unas vivencias, a una experiencia anterior de mí mismo y, por supuesto, de otros toreros, y ahí está para el que quiera recogerlo. Lo que no me gustaría es que algún novillero quisiera parecerse a mí enteramente. Me entristecería porque entonces iría por un camino muy equivocado.”

- ¿De los toreros viejos, cuál te gusta más?
- “Los he visto en vídeos y no podría contestarte. Yo creo que Joselito era el rey. El rey de la torería. Y que Belmonte era el sueño.”

- ¿Te hubiera gustado nacer hace cien años?
- “Cien años sería mucho. Un poquito después. Me gusta la vida más “p’atrás”. Creo que hubiera disfrutado más de ella. Soy familiar, de mis raíces, no tan europeo, tan mundial, ni tan global.”

- ¿Qué es el toro para ti?
- “Un animal que merece absoluto respeto. Si el toreo es sólo fiesta y jolgorio, la muerte del toro es un absurdo. Por eso el toreo tiene que ser un rito, porque entonces sí está legitimado el sacrificio del animal como algo realmente impresionante. Me entristece ver a toreros que no respetan lo que la Fiesta tiene de rito, que no respetan al toro, que le pegan los pases pendientes del público para que le toquen cuatro palmas y saquen luego el pañuelo. Digamos que, en realidad, le pegan los pases al público en vez de al toro. Uno debe torear para el toro y para sí mismo, y no como si el animal estuviese delante. Por eso a veces me gusta José Tomás. Se juega su vida, respeta; no es pasota, ni hipócrita, ni hace gestos, ni mueve la cabeza…El toreo eres tú y el toro.”

- ¿Y qué es el toreo para ti?
- “El toreo es mi vida, lo que me hace feliz, lo que me quita el sueño, lo que me amarga… Pero no es que yo lo elija, sino que es algo inevitable. Nunca he tenido sensación de poder cambiar algo. Me ha tocado esto. Nací así y no hay remedio. Mi vocación es el toreo, nací torero y no he tenido opción de elegir otra cosa. Soy como soy y no creo que haya nacido nadie capaz de cambiarme. Ni yo mismo.”
Texto: Álvaro Acevedo.
Fotografías: Juan Carlos Terroso y José Ramón Lozano.

No hay comentarios: