- José Antonio “Morante de La Puebla” (Rosa y oro con remates negros): Oreja en el que abría plaza y Palmas en su segundo.
- Manuel Jesús “El Cid” (Azul noche y oro): Dos orejas en su primero y Ovación en el quinto.
- Miguel Ángel Perera (Azul turquesa y oro): Palmas en el tercero y Oreja en el que cerraba plaza.
Los toros, de Santiago Domecq, desiguales de presentación, muy terciados (salvo primero y sexto), faltos de fuerzas, escasos de casta y con algo de nobleza.
Con casi tres cuartos de entrada y en tarde agradable, se ha celebrado en Almagro la corrida de su feria en honor a San Bartolomé. El cartel era de relumbrón, y la corrida había sido amadrinada por Carmen Martínez Bordiú, que estuvo presente en el callejón. Con todo y con eso no fue suficiente para que en estos tiempos de crisis se llenará la coqueta plaza de la ciudad almagreña.
Lo mejor de la tarde se lo vimos a Manuel Jesús “El Cid”, que anduvo poderoso con un toro que parecía un utrero. Se lo sacó al tercio con adornos muy toreros para comenzar a torear con la derecha con mucho empaque. Cuando pasó a la izquierda se escuchó rugir a la plaza con los naturales que nos deleitó. Se adornó y entró a matar por derecho. El público premio su labor con dos orejas. El quinto fue un toro de similares condiciones, pero más parado y con menos transmisión. El de salteras, tras recibirlo por verónicas, lo intentó por ambos pitones sacando algún que otro muletazo digno de mención pero sin que la faena llegara a alzar vuelo.
Miguel Ángel Perera pechó con el peor lote. El tercero fue un toro desrazado al que hubo de medio inventarse una faena a base de porfiar y echarle la muleta al morro para conseguir algún pasaje de lucimiento. Pinchó, lo que posiblemente le privó de cortar una oreja. En el que cerraba plaza el extremeño hubo de exponer con un toro con mucho motor pero con poca clase y que embestía a tornillazos. Acabó metiéndolo en su terreno, aguantando parones con seguridad, consiguiendo entonarse en una serie con la mano derecha. Mató de estocada, y el público le premió con un apéndice.
Vivimos una cosa fea en esta plaza, y es que al cuarto, que le tocó en suerte a Morante de la Puebla, hubieron de apuntillarlo en el ruedo porque se echó y no había forma de levantarlo. Antes habíamos vivido uno de los pasajes más bellos de la tarde, cuando el de La Puebla del Río, nos deleitó con el toreo a la verónica que firmó con una media sencillamente perfecta: compás abierto, mentón hundido en el pecho, cargando la suerte, echando los vuelos, rematando en la cadera y enroscándose en el percal. En el primero el sevillano pudo lucirse tanto con la mano izquierda, donde dibujó muletazos muy profundos, como con la mano derecha con la que acarició al flojo toro y lo fue metiendo en la muleta al inicio de faena. Su buen hacer y su estética, apoyados por una buena estocada le llevaron a cortar el primer trofeo de la tarde.
Ha sido una tarde en la que la medianía se apoderó de Almagro, ni fú ni fá, una tarde más que efimera. Hubo también algo que se puede quedar en el recuerdo es la sevillanía con la que Morante de La Puebla bailó con su segundo enemigo por sevillanas y media.
- Manuel Jesús “El Cid” (Azul noche y oro): Dos orejas en su primero y Ovación en el quinto.
- Miguel Ángel Perera (Azul turquesa y oro): Palmas en el tercero y Oreja en el que cerraba plaza.
Los toros, de Santiago Domecq, desiguales de presentación, muy terciados (salvo primero y sexto), faltos de fuerzas, escasos de casta y con algo de nobleza.
Con casi tres cuartos de entrada y en tarde agradable, se ha celebrado en Almagro la corrida de su feria en honor a San Bartolomé. El cartel era de relumbrón, y la corrida había sido amadrinada por Carmen Martínez Bordiú, que estuvo presente en el callejón. Con todo y con eso no fue suficiente para que en estos tiempos de crisis se llenará la coqueta plaza de la ciudad almagreña.
Lo mejor de la tarde se lo vimos a Manuel Jesús “El Cid”, que anduvo poderoso con un toro que parecía un utrero. Se lo sacó al tercio con adornos muy toreros para comenzar a torear con la derecha con mucho empaque. Cuando pasó a la izquierda se escuchó rugir a la plaza con los naturales que nos deleitó. Se adornó y entró a matar por derecho. El público premio su labor con dos orejas. El quinto fue un toro de similares condiciones, pero más parado y con menos transmisión. El de salteras, tras recibirlo por verónicas, lo intentó por ambos pitones sacando algún que otro muletazo digno de mención pero sin que la faena llegara a alzar vuelo.
Miguel Ángel Perera pechó con el peor lote. El tercero fue un toro desrazado al que hubo de medio inventarse una faena a base de porfiar y echarle la muleta al morro para conseguir algún pasaje de lucimiento. Pinchó, lo que posiblemente le privó de cortar una oreja. En el que cerraba plaza el extremeño hubo de exponer con un toro con mucho motor pero con poca clase y que embestía a tornillazos. Acabó metiéndolo en su terreno, aguantando parones con seguridad, consiguiendo entonarse en una serie con la mano derecha. Mató de estocada, y el público le premió con un apéndice.
Vivimos una cosa fea en esta plaza, y es que al cuarto, que le tocó en suerte a Morante de la Puebla, hubieron de apuntillarlo en el ruedo porque se echó y no había forma de levantarlo. Antes habíamos vivido uno de los pasajes más bellos de la tarde, cuando el de La Puebla del Río, nos deleitó con el toreo a la verónica que firmó con una media sencillamente perfecta: compás abierto, mentón hundido en el pecho, cargando la suerte, echando los vuelos, rematando en la cadera y enroscándose en el percal. En el primero el sevillano pudo lucirse tanto con la mano izquierda, donde dibujó muletazos muy profundos, como con la mano derecha con la que acarició al flojo toro y lo fue metiendo en la muleta al inicio de faena. Su buen hacer y su estética, apoyados por una buena estocada le llevaron a cortar el primer trofeo de la tarde.
Ha sido una tarde en la que la medianía se apoderó de Almagro, ni fú ni fá, una tarde más que efimera. Hubo también algo que se puede quedar en el recuerdo es la sevillanía con la que Morante de La Puebla bailó con su segundo enemigo por sevillanas y media.
Fotografías: Ernesto Naranjo
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