Miércoles 15 de Septiembre de 2010. Sexta de Feria en honor a Santa María de la Vega de Salamanca.
- Rivera Ordóñez “Paquirri” (pizarra y oro): Silencio y Silencio.
- Domingo López Chaves (corinto y oro), que sustituyó a Miguel Ángel Perera: Ovación y Oreja.
- Julián López “El Juli” (tabaco y oro): Dos orejas y Silencio.
Con dos tercios de entrada y en desagradable tarde de calor se han lidiado toros de la ganadería de “Domingo Hernández” y “Garcigrande” (el que cerraba plaza) que han resultado desiguales de presentación y juego, y faltos de fuerza en general; y uno (el sobrero que hizo tercero bis) de la ganadería de “Torrealta”, que fue el más noblote de la corrida. Destacó el primero por su casta y exigencia.
Lo mejor de la tarde, se lo hemos visto, como no podía ser de otra forma, al torero de Velilla de San Antonio. Sigue sumando “El Juli”, y esta vez lo ha hecho en el coso de la glorieta. Después de ser devuelto el tercero por su invalidez, saltó al ruedo el sobrero de Torrealta, un toro noblón al que Julián supo llevar muy bien a su terreno. Lo recibió en el tercio para sacárselo al centro del ruedo con verónicas airosas. Quitó por chicuelinas que remató con una media de sabor. Don Julián dio muestras del momento que atraviesa y del privilegiado sentido de la lidia que posee. Con la franela lo mejor estuvo en las series que el madrileño instrumento por un noble pitón derecho. La largura y profundidad de los muletazos hicieron al público rugir. Hubo mucha transmisión. Después de un estoconazo en el hoyo de las agujas y que el toro tardara poquísimo en caer, le fueron concedidas dos orejas. El que cerraba plaza, de Garcigrande, fue un burel sin transmisión y con nulas fuerzas. Entre esto, y lo mal que estuvo Julián con los aceros, el público silenció su labor.
Domingo López Chaves, que entró en la feria de su tierra, de la que se había quedado fuera, sustituyendo a Miguel Ángel Perera por su lesión de espalda, aprovechó la oportunidad, pero pudo exprimirla más. Ante el segundo de la tarde, un toro que recortaba en los capotes, Domingo estuvo valiente, y llegó a conseguir firmar varias series de muletazos con la mano derecha que fueron largos pero poco profundos. La estética no es su fuerte a la hora de torear, con esa extraña manera de meter riñones. Después de una estocada caída se tuvo que conformar con saludar una ovación. El quinto de la tarde fue un toro noble pero sin fuerza. López Chaves, con el temor de que el toro no se le rajara pronto, acabó por ahogar a su enemigo instrumentando largas series, sin salirse de la cara del toro. El toro acabó rajándose más pronto que tarde. Domingo dejó una estocada caída y el público le pidió una oreja.
“Paquirri” vino a llevárselo calentito, como nos tiene acostumbrados. Estuvo por debajo de su lote. En su primero, un toro que tenía mucho que torear, de los que piden el carné, Rivera puso los palos para mostrar su predisposición y meterse al vulgo en el bolsillo. Llegó a la faena de muleta y no se estuvo quieto, como en banderillas. Pegó un sainete con la espada y fue silenciada su labor. En su cuarto se mostró más verde que un novillero sin conocimientos ni de las distancias, ni de los terrenos, ni de las pausas. En definitiva, estuvo por debajo de su lote.
Fotografías: Ernesto Naranjo
- Rivera Ordóñez “Paquirri” (pizarra y oro): Silencio y Silencio.
- Domingo López Chaves (corinto y oro), que sustituyó a Miguel Ángel Perera: Ovación y Oreja.
- Julián López “El Juli” (tabaco y oro): Dos orejas y Silencio.
Con dos tercios de entrada y en desagradable tarde de calor se han lidiado toros de la ganadería de “Domingo Hernández” y “Garcigrande” (el que cerraba plaza) que han resultado desiguales de presentación y juego, y faltos de fuerza en general; y uno (el sobrero que hizo tercero bis) de la ganadería de “Torrealta”, que fue el más noblote de la corrida. Destacó el primero por su casta y exigencia.
Lo mejor de la tarde, se lo hemos visto, como no podía ser de otra forma, al torero de Velilla de San Antonio. Sigue sumando “El Juli”, y esta vez lo ha hecho en el coso de la glorieta. Después de ser devuelto el tercero por su invalidez, saltó al ruedo el sobrero de Torrealta, un toro noblón al que Julián supo llevar muy bien a su terreno. Lo recibió en el tercio para sacárselo al centro del ruedo con verónicas airosas. Quitó por chicuelinas que remató con una media de sabor. Don Julián dio muestras del momento que atraviesa y del privilegiado sentido de la lidia que posee. Con la franela lo mejor estuvo en las series que el madrileño instrumento por un noble pitón derecho. La largura y profundidad de los muletazos hicieron al público rugir. Hubo mucha transmisión. Después de un estoconazo en el hoyo de las agujas y que el toro tardara poquísimo en caer, le fueron concedidas dos orejas. El que cerraba plaza, de Garcigrande, fue un burel sin transmisión y con nulas fuerzas. Entre esto, y lo mal que estuvo Julián con los aceros, el público silenció su labor.
Domingo López Chaves, que entró en la feria de su tierra, de la que se había quedado fuera, sustituyendo a Miguel Ángel Perera por su lesión de espalda, aprovechó la oportunidad, pero pudo exprimirla más. Ante el segundo de la tarde, un toro que recortaba en los capotes, Domingo estuvo valiente, y llegó a conseguir firmar varias series de muletazos con la mano derecha que fueron largos pero poco profundos. La estética no es su fuerte a la hora de torear, con esa extraña manera de meter riñones. Después de una estocada caída se tuvo que conformar con saludar una ovación. El quinto de la tarde fue un toro noble pero sin fuerza. López Chaves, con el temor de que el toro no se le rajara pronto, acabó por ahogar a su enemigo instrumentando largas series, sin salirse de la cara del toro. El toro acabó rajándose más pronto que tarde. Domingo dejó una estocada caída y el público le pidió una oreja.
“Paquirri” vino a llevárselo calentito, como nos tiene acostumbrados. Estuvo por debajo de su lote. En su primero, un toro que tenía mucho que torear, de los que piden el carné, Rivera puso los palos para mostrar su predisposición y meterse al vulgo en el bolsillo. Llegó a la faena de muleta y no se estuvo quieto, como en banderillas. Pegó un sainete con la espada y fue silenciada su labor. En su cuarto se mostró más verde que un novillero sin conocimientos ni de las distancias, ni de los terrenos, ni de las pausas. En definitiva, estuvo por debajo de su lote.
Fotografías: Ernesto Naranjo
No hay comentarios:
Publicar un comentario