Sí, que alivio descubrir por fin tu cara, ponerle cara a lo soñado noche a noche. Te conocí una tarde de verano, de esas en las que un sol de justicia no deja resquicio alguno de sombra. Me planté ante ti en mi terreno, en albero manchego, y dispuesto a trabajar en lo que me gusta, como tú. Nos presentaron por nuestra condición y nuestra debilidad, que es una buena carta de presentación esa de la pertenencia a la fiel legión militante del morantismo. Cuando lo escuchamos nuestro rostro vislumbró una tierna sonrisa, pero mi vergüenza, el viento me la esparció por todo el alma. Desde que te mandé la foto que ilustra esta entrada ya tiene otro significado para mí. Incluso el alegato de defensa de mis intereses del que has dado cuenta hace unas horas me sorprendió, aunque ya sabes que no quiero enfados ni malas caras, porque con una sonrisa en la boca derrumbas mis entrañas. Y hablando poco a poco, con temple y compás, como se baila y se canta, y sobre todo como se torea me estoy dando cuenta de que como diría San Agustín (un poco adaptado): "sero te nobi, pulchrituda tam antiqua et tam nova"
Fotografía: Ernesto Naranjo
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